Por: Paty Monroy
Personalmente
me hacía esta pregunta reiteradamente, pese a las enseñanzas que en los propios
cursos de biomagnetismo se imparten, quería una explicación más clara y simple
todavía, entonces recopilando información de aquí y allá, redacté lo siguiente:
El fenómeno magnético lo conocemos por lo que nos enseñan en las escuelas: Que el imán atrae clavos y pequeños trozos de hierro, que el imán tiene zonas donde se intensifica esa acción que se les conoce como polos (positivo y negativo), que polos semejantes se repelen y que polos contrarios se atraen, etc.
El magnetismo es una propiedad de la materia, emana de cada átomo y de cada molécula, de acuerdo a como esté agrupada la materia, sea en estado sólido, líquido o gaseoso, en células con o sin vida. El magnetismo no es exclusivo de un estado particular de la materia, ni pertenece al reino animal, vegetal o mineral, está presente en toda la materia aun cuando no podamos detectarlo o medirlo, ya que donde hay átomos y moléculas ahí está presente el magnetismo y para el tema que tratamos, el magnetismo se traduce en energía vital.
Nuestro cuerpo se rige por impulsos electromanéticos, el biomagnetismo lo que busca es ordenar las ondas eléctricas y magnéticas que generan nuestras células y crear un flujo regular y constante de energía dentro de nuestro organismo, energía responsable de nuestros biorritmos y funciones orgánicas.
La finalidad del uso de los imanes para mejorar el estado de nuestro cuerpo conocido hoy como biomagnetismo, es variar el “voltaje” de las células que han sufrido una modificación de la energía derivada de una enfermedad. La creación de un campo magnético mejora el riego sanguíneo y optimiza la oxigenación de los tejidos celulares además de eliminar virus, bacterias, hongos y parásitos. Es por esto que la fuerza de los imanes contribuye a controlar esta energía y conseguir los beneficios que nos brindan.
Las teorías que defienden el uso de los imanes en el tratamiento de determinadas enfermedades se basan en que nuestro cuerpo está regido por impulsos magnéticos y campos que están en constante armonía. Cuando existe un padecimiento, este campo magnético se rompe y se produce el dolor y/o inflamación. Para devolverlo a su estado habitual es necesario que otro campo magnético entre en acción y logre estabilizar los impulsos de nuestro cuerpo. Por este motivo a los imanes se les atribuye un poder curativo.
El Dr. Isaac Goiz Durán, de origen mexicano quien descubrió lo que conocemos como par biomagnético, logró determinar (entre otras muchas cosas) que entre focos de virus, hongos, parásitos y/o bacterias se establece una comunicación a distancia, en forma de ondas electromagnéticas, en lo que se conoce como bioresonancia magnética, lo que permite la retroalimentación energética entre dichos microorganismos, los que se potencian en su virulencia y capacidad de resistencia frente a los anticuerpos del sistema inmune. Luego entonces, los imanes responden igualmente a distancia, por ondas electromagnéticas que conducen al equilibrio y recuperación de la salud.
Considerando que el biomagnetismo es un tratamiento tanto de prevención como de curación, encaminado a mejorar y restablecer la salud, lo que se pretende con la aplicación de imanes es crear un campo magnético capaz de actuar sobre la polarización celular de nuestro cuerpo.
Afortunadamente las investigaciones en esta área continúan y los descubrimientos se siguen reportando para avalar y ofrecer fundamentos científicos a la acción que tienen los magnetos (imanes) en el cuerpo humano. Estas investigaciones demuestran varios efectos que modifican los procesos vitales en los seres vivos, tales como: las propias reacciones de organismos patógenos ante la exposición de campos magnéticos, variación en el flujo sanguíneo, aceleración o retardo de reacciones enzimáticas, activación de la circulación sanguínea y aceleración del proceso de ionización en la sangre, reducción en la inflamación y dolor, etc.
Ahora sé porque los imanes sí curan!!!
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